7. Los magos de oriente

— Buenos días amigo, ¿Otra vez leyendo?

— ¡Ah!, eres tú; sí, este Libro está muy interesante, es la Toráh, el Libro sagrado de los Hebreos; habla acerca de una estrella que aparecerá en el cielo anunciando el nacimiento del Rey de los Judíos; mira lo que dice:

“Verelo, mas no ahora, lo miraré, mas no de cerca, saldrá ESTRELLA de … Jacob y levantarase cetro de Israel…” –Núm.24:17

— ¿Y eso qué tiene de extraordinario? Todos los días nacen reyes en todo el mundo

— Pero no todos los días aparecen estrellas en el cielo anunciando el nacimiento de esos reyes; y si esto es así, entonces significa que ese Rey es enviado de lo alto con un designio divino; mira lo que dice en este párrafo:

“…Jehová me ha dicho: mi Hijo eres tú, yo te engendré hoy; pídeme y te …. daré por heredad las gentes, y por posesión tuya los términos de la tierra” …. –Sal.2:7,8

Eso significa que ese Rey de los Judíos, no es otro que el mismísimo Hijo de Dios en persona

— Pero eso es inaudito, ¿A qué podría venir el Hijo de Dios al mundo?

— Pues mira lo que dice el Hijo de Dios por medio del profeta Isaías tocante a eso:

“El Espíritu del Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel. A promulgar año de la buena voluntad de Jehová…” –Isa.61:1,2

Eso significa que viene a salvar al mundo

— Pero cabe la posibilidad de que todo eso sea solo un mito; ¿Quién te asegura que todo eso sea cierto?

— Quiera Dios que mis rodillas no se debiliten, ni mis ojos se apaguen, antes de que venga el Hijo de Dios al mundo

ESA NOCHE

— (Llaman a la puerta) ¿QUIÉN ES?

— Soy yo, amigo, ábreme

— ¿Qué pasa? ¿Por qué vienes tan exaltado y a estas horas de la noche?

— Quiero preguntarte una cosa: ¿Ya viste el firmamento?

— No, he estado ocupado leyendo

— Ven, acércate a la ventana, quiero mostrarte algo, mira hacia allá

— ¡LA ESTRELLA DE JACOB!

— Sí, ¿Pero cómo estás tan seguro de que es la misma estrella de la que habla tu Libro?

— Porque no hay otra estrella tan hermosa como ella en el cielo; ayer no estaba, apenas hoy apareció; esto indica que hoy ha nacido en la tierra de Israel el Hijo del Dios Altísimo, el Salvador del mundo; bendito sea Dios que me ha concedido llegar hasta este día tan glorioso

— Sí, creo que sí; ¿Qué harás ahora?

— Iré hasta su lecho, lo miraré, lo adoraré, y moriré en paz

— ¿Irás? ¿Acaso ignoras lo lejos que está la tierra de Israel? Tardarías muchas semanas en llegar, y hasta podrías perderte en el desierto

— Iré, aunque sea esto lo último que haga; no me perderé, la estrella me guiará

— Tu entusiasmo es contagioso, ¿Puedo ir contigo?, yo también quiero adorar a ese Rey

— Claro que sí, pueden ir todos los que quieran

Unas semanas después, la caravana estaba ya lista para emprender el tan ansiado viaje, a través de aquel extenso y ardiente desierto que parecía desafiarlos, y partieron llenos de entusiasmo

La jornada fue larga, la travesía fue dura; muchas veces fueron envueltos por las tormentas de arena, que como un espectro amenazaba devorarlos;

De día la sed, el calor y las candentes arenas del desierto desalentaban a los hombres de la caravana

Por la noche el viento helado azotaba sus mejillas, y el frío penetraba hasta los huesos; pero alzaban la vista, y allí estaba la estrella animándolos a seguir adelante a través de aquél inhóspito desierto que parecía interminable

Pero una tarde en que la caravana iba a paso lento; en algunos había ya desesperanza, en otros duda e incertidumbre; todos marchaban cabizbajos, cuando de pronto alguien gritó: ¡JERUSALEM! ¡ALLÁ ESTÁ JERUSALEM!

— ¡ALLÍ ESTÁ EL REY DE LOS REYES, VAMOS A ADORARLO!

Olvidaron la fatiga y apresuraron el paso; todos querían llegar lo más pronto posible a la presencia del recién nacido Rey

Al entrar a la ciudad de la paz preguntaban ansiosamente:

— ¿Dónde está el Rey que ha nacido? Venimos a adorarlo

— ¿De qué hablan? Aquí no ha nacido ningún nuevo rey, el único que tenemos es Herodes

Cuando Herodes se enteró de la llegada de los magos, los mandó llamar

— ¿Cómo está eso de que ha nacido un nuevo rey?

— Vimos su estrella en el oriente, y según la Toráh esa es la señal de su nacimiento; mire, ahí está la estrella

— ¡Vaya!, es cierto; espérenme aquí tantito por favor

Y dejando un momento a los magos, Herodes llamó a sus sabios:

— ¿Por qué no me habían dicho que iba a nacer el Rey de los Judíos?

— Pues…es que… tampoco nosotros lo sabíamos

— ¡Vaya! “¡Qué sabios tengo por consejeros!” ¿Entonces qué significa esa estrella en el cielo? Ahorita mismo me van a decir dónde está ese Rey de los Judíos antes de que los mande ejecutar, ¡PERO YA!

— …Sí…majestad…

Y después de hojear brevemente sus libros, dijeron:

— Majestad, aquí en Miqueas 5:2 dice:

“Mas tú Belem Ephrata…de ti me saldrá el que será Señor en Israel…”

— Así que en Belem, ¿Eh?

— Sí Majestad

Y saliendo a donde estaban los magos les dijo:

— El Rey de los Judíos está en Belem, vayan a buscarlo, y cuando lo encuentren me avisan para que yo también vaya a adorarlo

— Sí Majestad

Esa misma noche se fueron, no quisieron descansar allí sabiendo que ya estaban cerca; dos horas después notaron que la estrella se había detenido, ya no avanzaba

— ¿Qué sucede?, ¿Por qué no avanza?

Entonces el anciano dijo:

— Mirad la estrella, señala hacia esa casita, allí está el Rey que ha nacido, vamos a adorarlo

Tocaron a la puerta y abrió José; el anciano le dijo

— La paz de Dios sea contigo, sabemos que aquí está el Rey de los Judíos y venimos a adorarle

— Pasad hermanos míos, esta es vuestra casa

Entraron y vieron al niño Jesús en el regazo de su madre; todos se arrodillaron y le adoraron; y el anciano entonces dijo:

— Aleluya, gloria y alabanza sea al Rey de los reyes que ha nacido, hosanna en las alturas, bendito el que viene en el nombre del Señor

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y llamarase su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz –Isa.9:6

Ahora despide Señor a tu siervo conforme a tu palabra en paz, porque han visto mis ojos tu salvación la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos, luz para ser revelada a los Gentiles y la gloria de tu pueblo Israel –Lc.2:29-32-.

DIOS LE BENDIGA.

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