12. El sueño de un pescador

— Pedro, a ti te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos; gratuitamente recibisteis, dad gratuitamente

— Sí, Maestro

— (Creo que fue muy acertada la decisión del Maestro al nombrarme a mí como su sucesor; lo único que no me gusta es la pobreza que siempre nos rodea; pero algún día yo tomaré el mando y todo cambiará)

Y AL DORMIR PEDRO, COMENZÓ A SOÑAR:

— Pedro, ahora que el Señor se ha ido al cielo, dinos qué debemos hacer

— Bien, lo primero será irnos de aquí a un lugar donde sí reconozcan mi jerarquía, iremos a la capital del imperio, a Roma

— Pero allá son muy idólatras, brother, mejor…

— ¡A CALLAR!, aquí las órdenes las doy yo, porque yo soy infalible ¿entendido?

— Está bien, Piter, como tú digas

— ¡Qué Piter, ni qué tus narices!, aquí yo soy el Maestro, quieran o no ¿Me oyeron?; es más, soy el Padre de todos ustedes, así que tienen que llamarme Padre, pero en inglés para que suene más importante: Father; no, mejor en Latín, para que se oiga medio misterioso: Papa

— Pero el Señor nos dijo que a nadie llamáramos Padre, porque uno solo es nuestro Padre, que es Dios

— ¡SILENCIO!, ¡Aquí el único Señor soy yo!, y el que me contradiga, ahorita mismo invento la inquisición y lo declaro hereje para quemarlo vivo con todo y trapos, ¿Entendido?

— Está bien, Piter…digo, Papá

— Miren, vamos a hacer una cosa; para que no se enojen y trabajen a gusto, les voy a dar títulos honoríficos, se llamarán “Reverendos”, ¿De acuerdo?

— Bueno, siendo así la cosa cambia, Reverendísimo Papa de Papas

— Sin chotear, por favor; bien, ahora a cargarme en andas directo a Roma

….AL LLEGAR A ROMA:

— Bien, Reverendos, empiecen a proclamar

— Sí, Father; ¡HE AQUÍ AL ENVIADO DE DIOS!

— ¡ADOREN AL SANTO PADRE!

— ¡HE AQUÍ AL SUCESOR DE CRISTO!

— [Ya comienzan a llegar los oyentes, Papi]

— [Sí, Reverendos]; HIJITOS MÍOS, YO SOY EL REPRESENTANTE DE DIOS, Y TODOS LOS QUE DEPOSITEN UNA MONEDA EN ESTOS BOTES, TENDRÁN EL PRIVILEGIO DE BESARME LAS MANOS

UNA HORA DESPUÉS:

— Father, ya se llenaron los botes

— Pues consigan más, Reverendos; tú Judas, ponte abusado con el dinero

— Sí, Papi

AL ATARDECER

— Hijitos, ya estoy muy cansado, mañana continuaremos

AL DÍA SIGUIENTE

— Hijitos, ahora deben cooperar para construir aquí una basílica que llevará mi nombre

AL DÍA SIGUIENTE

— Hijitos, ahora les traje estos boletitos llamados indulgencias, para que al comprarlos, sus familiares que han muerto, que están en el purgatorio o en el limbo, salgan de allí y se vayan al cielo; nada más que salen un poco caros, porque como ustedes saben, el precio del papel ya subió; así que vayan pasando por favor

AL DÍA SIGUIENTE

— Hijitos, ahora deben cooperar para comprarme un papamóvil

Así, día con día, los negocios progresan viento en popa, mientras ellos disfrutan de la vida, viviendo como reyes, rodeados de lujo, riqueza y opulencia

— Esto sí es vida, no como antes, que no teníamos ni para comer

— Ya ni me lo recuerdes

PERO UN DÍA OCURRE UN GRAN TERREMOTO SEGUIDO DE UN GRAN TRUENO Y DE UNA LUZ RESPLANCESCIENTE

— ¿Eh? ¿Qué sucede Reverendos?

— ¡Es el Señor!

— ¡Ha regresado!

— ¡Viene a hacer cuentas con nosotros!

— ¡NO!

¡ES EL DÍA DEL JUICIO!

— Pedro, ¿Has cumplido la misión que te encomendé de predicar el evangelio gratuitamente?

— Señor… yo… este… sí prediqué, pero ellos me dieron todo este dinero; yo te lo entrego a ti, aquí está

— Yo no quiero dinero, lo que quiero es almas redimidas; ¿A cuántos has salvado?, ¿A cuántos has convertido del pecado a la santidad?

— Pues, realmente a ninguno

— Mal siervo, echadlo al infierno, allí será el lloro y el crujir de dientes

— Sí Señor; a la de tres: A la una, a las dos y a las…tres

— ¡No!, ¡Piedad!, ¡Ya no lo vuelvo a hacer!, ¡Deveras!, ¡Lo juro!, ¡No!, ¡Aaayyy!

En esos momentos Pedro despierta al caerse del camastro

— ¿Eh?… ¿Dónde estoy?… ¿Quién soy?… Reverendos… ¿También ustedes fueron echados al infierno?

— ¿Reverendos?, ¿Qué te pasa Pedro?, ¿Cenaste mucho?

— Pedro, si quieres tú puedes guardar el dinero que tiene Judas, y administrarlo a tu gusto

— ¡No!, ¡Yo no quiero tocar ni un solo centavo!, prefiero seguir siendo pobre, el más pobre del mundo; ¡Oh!, ¡Bendita sea la pobreza!.

DIOS LE BENDIGA.

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