María está feliz, y tiene razón; pues ha sido desposada con José, que es un joven apuesto, serio y trabajador; ya solamente está esperando que se cumplan los 7 días de su desposorio, para ser entregada a José, y vivir con él la dicha del matrimonio

En estos momentos está orando; de pronto se le aparece un ángel que le dice: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres

— ¿Eh? ¿Quién es?

— María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios; y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESÚS; éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor Dios el trono de David su padre; y reinará en la casa de Jacob por siempre, y de su reino no habrá fin

— ¿Cómo será esto? Porque no conozco varón

— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios

— He aquí la sierva del Señor, hágase a mí conforme a tu palabra

Y el ángel se va de ella (Lc.1:26-38). María está feliz; pero luego piensa en José: ¿Qué irá a decir José de todo esto? ¿Estará de acuerdo?, y es debido a esa incertidumbre que ella no puede dormir

En la mañana llega José, y ella lo llama en secreto

— José, ven, quiero decirte algo. Anoche vino un ángel, y me dijo que yo había sido elegida por Dios, para que de mí naciera el Hijo de Dios por medio del Espíritu Santo, y yo le dije que sí; ¿Tú que dices?

— Que no te creo nada

— Pero es cierto

— No me interesa: me voy

— José, no te vayas

José se va y ella se queda llorando. Esa noche el ángel se le aparece en sueños a José, y le dice:

— José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es; y parirá un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados

— Sí, está bien

Al amanecer, José va con María y le pide perdón

Han pasado varios meses, y un día les llega un aviso de que hay un Edicto de parte del Emperador Augusto César, de que todos tienen que empadronarse, cada uno en su ciudad natal. Esto los obliga a hacer un viaje larguísimo y penoso, tomando en cuenta el delicado estado de María

Al llegar a Belem buscan un lugar para hospedarse, pero no lo hay, todo está ocupado, porque es el tiempo de la fiesta de las Cabañas; y rápidamente entran a un establo, donde en breves momentos nace el bebé, y lo acuesta en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos, ni siquiera en el mesón (Lc.2:1-7)

A los 8 días el niño es circuncidado, y a los 40 días lo llevan a presentar, al Templo, y les sorprende ver que el profeta Simeón ya los está esperando; y los bendice Simeón, y dice a María: “He aquí, este niño es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal a la que será contradicho, y una ESPADA traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones” (Lc.2:22-35)

María se estremece al oír aquellas palabras sentenciosas, y siente un horrible presentimiento acerca de aquel niño que ella considera suyo

Y muy pronto comienza a sufrir por él, porque unos días después llegan unos magos a adorarlo, y cuando ellos se van, un ángel les avisa que tienen que huir inmediatamente a Egipto, porque el rey Herodes mandará a matar al niño Jesús; y huyen a Egipto de noche, y allá permanecen hasta la muerte del rey Herodes; y entonces el ángel les avisa que ya pueden regresar, y regresan a Nazareth (Mt.2:1-23)

Al cumplir Jesús 12 años es llevado por sus padres a la Fiesta de la Pascua, a Jerusalem. Al regresar, ellos piensan que Jesús viene en la caravana juntamente con todos los que regresan de Jerusalem hacia el mismo rumbo, pero cuando lo buscan, no lo hallan, y tienen que regresar a Jerusalem, y lo encuentran en el Templo, platicando con los doctores de la Ley; María se adelanta y le reclama a Jesús:

— Hijo, ¿Por qué nos has hecho así?, He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor

— ¿Qué hay?, ¿Por qué me buscabais?, ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?

María se apena por aquella contestación de Jesús, que más parece un reproche que una respuesta, pues no la comprende, y calla; y Jesús regresa con ellos a Nazareth (Lc.2:42-52)

Al cumplir 30 años, Jesús anuncia que se va

— Voy a cumplir la misión que mi Padre me encomendó

— Está bien, hijo mío; ve en paz y cumple tu ministerio

Con lágrimas en sus ojos, María lo ve partir, sin saber cuándo volverá, si es que vuelve

— (Adiós hijo mío)

Unos meses después le avisan:

— ¡MARÍA, JESÚS VIENE HACIA ACÁ!

— Alabado sea Dios

Pero Jesús con sus discípulos no viene a casa, sino a la Sinagoga; María también va a la Sinagoga, y le es dado a Jesús el Libro del Profeta Isaías, y al abrir el Libro halla el lugar donde está escrito, y dice:

“El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar ………buenas nuevas a los pobres, me ha enviado para sanar a los ………quebrantados de corazón, para pregonar a los cautivos libertad, y a los … ciegos vista, para poner en libertad a los quebrantados, para predicar el ………año agradable del Señor” (Lc.4:16-19)

Al tercer día se hacen unas bodas en Caná de Galilea, y está allí María la madre de Jesús. Y es también llamado Jesús y sus discípulos a las bodas, y faltando el vino, María le dice a Jesús

— Vino no tienen

— ¿Qué tengo yo contigo, mujer?, aún no ha venido mi hora

María se apena por aquella segunda contestación de Jesús, que más parece un reproche que una respuesta, pues no la comprende; sobre todo porque en lugar de llamarle madre, le llama “mujer”; como si no fueran madre e hijo, pero nuevamente calla

Después de esto, Jesús se dispone a partir con sus discípulos; pero esta vez, María no está dispuesta a perderlo nuevamente, y se va con él, juntamente con sus demás hijos, pero solamente llegan hasta Capernaum

Jesús continúa su camino hacia Jerusalem, juntamente con sus discípulos, y María lo ve partir sin saber cuándo lo volverá a ver; ella quisiera tenerlo siempre a su lado y que nunca se separara de ella; pero él tiene una misión que cumplir: salvar a la humanidad, y no puede estar sujeto a nadie, ni siquiera a ella; solamente a Dios; llena de tristeza regresa a Nazareth, con la esperanza de que él la visite algún día

Pero pasan los días y Jesús no regresa, María no puede resistir más esa espera, y juntamente con sus hijos se va a buscarlo

Después de muchas jornadas lo hallan predicando en una gran casa, mas no pueden entrar a causa de la multitud; María le manda un recado:

— Por favor dígale que lo buscan su madre y sus hermanos

— -sí señora… JESÚS, he aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te quieren hablar

Pero Jesús no accede a acudir al llamado de su madre, y dice:

— ¿Quién es mi madre, y quienes son mis hermanos? [Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dice:]

— He aquí mi madre y mis hermanos; porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre (Mt.12:46-50)

María tiene que regresarse muy triste, sin comprender por qué Jesús la trata con tanta indiferencia; pues Jesús ama a todos por igual, y no tiene predilección por nadie, ni siquiera por sus parientes, y María era su parienta más cercana según la carne, pero según el espíritu no lo era; y la carne nada aprovecha, sino el espíritu; ella se sentía la madre de Jesús, y lo era según la carne, pero según el espíritu no lo era, pues ella no le dio el espíritu; el espíritu solamente lo da Dios, por eso el parentesco carnal es temporal, pero el parentesco espiritual es eterno (Jn.6:63)

Pero un día aciago, María recibe un fatal mensaje:

— ¡MARÍA, JESÚS HA SIDO APREHENDIDO Y LO VAN A CRUCIFICAR!

— ¡No! ¡Dios mío, no lo permitas!

Presa de una terrible angustia va a Jerusalem desesperadamente, pero al llegar encuentra a Jesús clavado cruelmente en una cruz, desangrándose

— ¡JESÚS! ¡HIJO MÍO!

Y corre a abrazarlo, pero solamente alcanza sus pies, y allí llora desconsoladamente; se había cumplido el dicho del profeta Simeón: Que una ESPADA simbólica traspasaría su alma; y ciertamente se siente, no solo traspasada, sino aún deshecha materialmente y moralmente

Al ver Jesús a su madre, y al discípulo que él ama, que está presente, dice a su madre:

— Mujer, he ahí tu hijo

Después dice al discípulo:

— He ahí tu madre (Jn.19:25-27)

…..Hasta entonces comprende María lo que Jesús tantas veces le quiso hacer entender: que ella no es su madre, ni él es su hijo; él es Hijo de Dios y del Espíritu Santo (Lc.1:35); ella quería ocupar un lugar que no le correspondía, por eso Jesús nunca le llamó “madre”; fue necesario que una ESPADA traspasara su alma para que muriera su personalismo, y entendiese lo que Jesús tantas veces le dijo: “Mujer, ¿Qué tengo yo contigo?

Desde entonces María dejó de sufrir, porque dejó de considerarse la madre de Jesús, y comenzó a reunirse diariamente con los apóstoles, para adorar a Jesucristo, ya no como su hijo, sino como su Divino y Glorioso Salvador (Lc.1:46,47Hech.1:14).

DIOS LE BENDIGA.

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