— Pedro, a ti te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos; gratuitamente recibisteis, dad gratuitamente
— Sí, Maestro
— (Creo que fue muy acertada la decisión del Maestro al nombrarme a mí como su sucesor; lo único que no me gusta es la pobreza que siempre nos rodea; pero algún día yo tomaré el mando y todo cambiará)
Y AL DORMIR PEDRO, COMENZÓ A SOÑAR:
— Pedro, ahora que el Señor se ha ido al cielo, dinos qué debemos hacer
— Bien, lo primero será irnos de aquí a un lugar donde sí reconozcan mi jerarquía, iremos a la capital del imperio, a Roma
— Pero allá son muy idólatras, brother, mejor…
— ¡A CALLAR!, aquí las órdenes las doy yo, porque yo soy infalible ¿entendido?
— Está bien, Piter, como tú digas
— ¡Qué Piter, ni qué tus narices!, aquí yo soy el Maestro, quieran o no ¿Me oyeron?; es más, soy el Padre de todos ustedes, así que tienen que llamarme Padre, pero en inglés para que suene más importante: Father; no, mejor en Latín, para que se oiga medio misterioso: Papa
— Pero el Señor nos dijo que a nadie llamáramos Padre, porque uno solo es nuestro Padre, que es Dios
— ¡SILENCIO!, ¡Aquí el único Señor soy yo!, y el que me contradiga, ahorita mismo invento la inquisición y lo declaro hereje para quemarlo vivo con todo y trapos, ¿Entendido?
— Está bien, Piter…digo, Papá
— Miren, vamos a hacer una cosa; para que no se enojen y trabajen a gusto, les voy a dar títulos honoríficos, se llamarán “Reverendos”, ¿De acuerdo?
— Bueno, siendo así la cosa cambia, Reverendísimo Papa de Papas
— Sin chotear, por favor; bien, ahora a cargarme en andas directo a Roma
….AL LLEGAR A ROMA:
— Bien, Reverendos, empiecen a proclamar
— Sí, Father; ¡HE AQUÍ AL ENVIADO DE DIOS!
— ¡ADOREN AL SANTO PADRE!
— ¡HE AQUÍ AL SUCESOR DE CRISTO!
— [Ya comienzan a llegar los oyentes, Papi]
— [Sí, Reverendos]; HIJITOS MÍOS, YO SOY EL REPRESENTANTE DE DIOS, Y TODOS LOS QUE DEPOSITEN UNA MONEDA EN ESTOS BOTES, TENDRÁN EL PRIVILEGIO DE BESARME LAS MANOS
UNA HORA DESPUÉS:
— Father, ya se llenaron los botes
— Pues consigan más, Reverendos; tú Judas, ponte abusado con el dinero
— Sí, Papi
AL ATARDECER
— Hijitos, ya estoy muy cansado, mañana continuaremos
AL DÍA SIGUIENTE
— Hijitos, ahora deben cooperar para construir aquí una basílica que llevará mi nombre
AL DÍA SIGUIENTE
— Hijitos, ahora les traje estos boletitos llamados indulgencias, para que al comprarlos, sus familiares que han muerto, que están en el purgatorio o en el limbo, salgan de allí y se vayan al cielo; nada más que salen un poco caros, porque como ustedes saben, el precio del papel ya subió; así que vayan pasando por favor
AL DÍA SIGUIENTE
— Hijitos, ahora deben cooperar para comprarme un papamóvil
Así, día con día, los negocios progresan viento en popa, mientras ellos disfrutan de la vida, viviendo como reyes, rodeados de lujo, riqueza y opulencia
— Esto sí es vida, no como antes, que no teníamos ni para comer
— Ya ni me lo recuerdes
PERO UN DÍA OCURRE UN GRAN TERREMOTO SEGUIDO DE UN GRAN TRUENO Y DE UNA LUZ RESPLANCESCIENTE
— ¿Eh? ¿Qué sucede Reverendos?
— ¡Es el Señor!
— ¡Ha regresado!
— ¡Viene a hacer cuentas con nosotros!
— ¡NO!
¡ES EL DÍA DEL JUICIO!
— Pedro, ¿Has cumplido la misión que te encomendé de predicar el evangelio gratuitamente?
— Señor… yo… este… sí prediqué, pero ellos me dieron todo este dinero; yo te lo entrego a ti, aquí está
— Yo no quiero dinero, lo que quiero es almas redimidas; ¿A cuántos has salvado?, ¿A cuántos has convertido del pecado a la santidad?
— Pues, realmente a ninguno
— Mal siervo, echadlo al infierno, allí será el lloro y el crujir de dientes
— Sí Señor; a la de tres: A la una, a las dos y a las…tres
— ¡No!, ¡Piedad!, ¡Ya no lo vuelvo a hacer!, ¡Deveras!, ¡Lo juro!, ¡No!, ¡Aaayyy!
En esos momentos Pedro despierta al caerse del camastro
— ¿Eh?… ¿Dónde estoy?… ¿Quién soy?… Reverendos… ¿También ustedes fueron echados al infierno?
— ¿Reverendos?, ¿Qué te pasa Pedro?, ¿Cenaste mucho?
— Pedro, si quieres tú puedes guardar el dinero que tiene Judas, y administrarlo a tu gusto
— ¡No!, ¡Yo no quiero tocar ni un solo centavo!, prefiero seguir siendo pobre, el más pobre del mundo; ¡Oh!, ¡Bendita sea la pobreza!.