— (Están tocando), ¿QUIÉN ES?
— YO SOY, MAMÁ, ÁBREME
— Hija, ¿Qué te pasó?, ¿Por qué vienes llorando?; entren
— buenas tardes, abuelita
— buenas tardes, mi nietecito hermoso, pasen
— buenas tardes abuelita
— buenas tardes, mi nietecita hermosa, entren
— Vengo a alojarme contigo, mamá, porque ya me separé de Comodino; la vida con él se ha vuelto insoportable
— Pobrecita, hija mía, de seguro el flojo de tu marido sigue de borracho, y no te da ni para comer
— No, no es eso, mamá
— Entonces te ha de haber golpeado salvajemente, es un bruto
— No, en realidad ya no me ha pegado últimamente
— ¡Ah!, ya sé; ha de tener otra mujer, y el muy cretino las quiere tener a las dos al mismo tiempo
— No, tampoco es eso, mamá
— Ay, hija mía, me asustas, entonces ¿Qué fue lo que pasó, que ha motivado tan dolorosa separación?, ¿Se volvió joto?, ¿O drogadicto?, ¿O asesino?
— No, mamá, fue algo peor que eso, se volvió Cristiano
— ¿Cristiano?, ¿Y eso qué tiene de novedoso?, Siempre ha sido un buen Cristiano, y muy devoto como todos nosotros
— Sí, pero ahora se convirtió en otra clase de Cristiano, ya no es el mismo de antes; es cierto que era borracho, mujeriego y holgazán; ahora ya no lo es, pero no lo soporto, mamá, no lo soporto
— Ay hija, no te entiendo nada, explícame todo, por favor, desde el principio
— Todo comenzó una noche que estaba lloviendo, llegó él tan borracho y empapado, que hasta tenía calentura; a mí me dio tanto coraje, que abrí la puerta y lo eché a la calle, a ver si con la lluvia se le cortaba la borrachera
— Bien hecho, hijita
— Al día siguiente llegó él muy contento, bañado y cambiado; y yo pensé que de seguro había estado con la otra mujer
— Sí, es un sinvergüenza
— Pero me dejó con la boca abierta, cuando me dijo: Mujercita, te traigo buenas noticias: Ya soy Cristiano; he encontrado al Cristo viviente y él me ha salvado
— ¿Qué?, ¿Y eso qué significa?
— Pues dice que esa noche que estaba tirado en la calle mojándose, que llegó un hombre y lo levantó, y se lo llevó a su casa; allá lo curó, y le dijo que Jesucristo le amaba, y que murió por él
— ¿Y él qué dijo?
— Él contestó que cómo era posible que Dios lo amara, si ni siquiera en su casa lo querían
— ¿Y qué pasó?
— Lo peor que podía suceder: que se arrepintió de todos sus pecados, y aceptó a Cristo como su Salvador, ¡Aaayyy! ¡Qué tragedia!
— No te entiendo; ¿Y cómo se comporta ahora?
— Es un hipócrita; desde que se levanta se arrodilla, que para dar gracias a Dios; se la pasa cantando alabanzas, luego se pone a jugar con los niños, ellos ya no le tienen miedo, y el perro ya no le ladra; me da mi gasto completo, ya no se emborracha, ya dejó a la otra mujer, y hasta el nombre se cambió; dice que ahora es REDIMIDO
— ¡Ay hijita!, ¿Y por eso estás disgustada con él? ¿No es eso lo que querías cuando llegabas aquí toda golpeada, y los niños llorando porque los corría de la casa?
— Pero no lo soporto, mamá; no lo soporto; hoy llegó al colmo cuando regresó de trabajar y supo que se me había quemado la comida; ¿Sabes lo que me dijo el muy…?
— Pues…no me lo imagino
— Me invitó a cenar a un restaurant…ya no pude aguantar más
— ¿Y no aceptaste?
— No; le di un bofetón y me vine para acá
— Estoy pensando que aunque nunca me ha podido ver, ni yo a él, voy a ir yo misma y hablaré con él
— No vayas, mamá; es muy capaz de recibirte bien, y hasta de invitarte a cenar
Esa noche
— (Están tocando, iré a abrir) ¡Ah!, es usted querida suegra; y tú esposa mía, y mis niños; gracias a Dios que vinieron, estaba orando para que él los hiciera venir; pasen, pasen
— (¿Lo ves mamá?)
— (Sí; lo veo y no lo creo); No me agradezca la visita yerno, pues tengo una queja muy grave de usted; mi hija dice que usted la trata muy…diferente a como antes la trataba
— Es cierto, querida suegra
— Pues yo vengo a preguntarle por qué la trata usted así; y no me llame querida suegra; soy su suegra, nada más
— Está bien, amada suegra; la razón es que yo estaba ciego y no me había dado cuenta de lo bonita que es ella
— ¿Lo dices en serio?
— Claro que sí; estaba sucio espiritualmente y creía que todos eran iguales a mí; pero un día encontré a Jesús y él me abrió los ojos, y me hizo ver todas las cosas con claridad; él me ama y me enseñó a amar a todo el mundo; y ahora veo que ustedes también me aman a mí, de lo contrario no habrían venido a verme; ¿No es cierto?
— Bueno… yo… este… en realidad estaba alarmada, pero veo que usted ha cambiado mucho; ¿Cree usted que también a mí me ama Jesús?
— Por supuesto que sí
— ¿Y me puede quitar mi mal carácter?
— Sí, él lo puede hacer
— ¿Y a mí también Comodino?… digo… ¿Redimido?
— Sí, a todos; vamos a pedírselo de rodillas… PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, te pedimos que nos perdones todos nuestros pecados, y que nos ayudes a no pecar más, y que nos aceptes como tus hijos; nosotros te aceptamos a ti como nuestro Padre, y a tu santo Hijo Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador, y a tu Espíritu Santo como nuestro Divino Consolador; también te pedimos que anotes nuestros nombres en tu Libro de la Vida, y que nunca se borren, para que en el día final podamos entrar al cielo, a tu divina presencia, y miraremos tu rostro y tu nombre estará en nuestra frente; te lo pedimos todo en el nombre de tu Hijo unigénito nuestro Señor Jesucristo, Amén.