Introducción
La declaración del apóstol Pablo en Filipenses 2:5-11 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” En estos versículos, se nos anima a adoptar el mismo sentir que tuvo Jesucristo, quien, siendo igual a Dios, no dudó en asumir la forma de un siervo y enfrentar la cruz. No obstante, Dios lo exaltó sobremanera, otorgándole un nombre que está por encima de cualquier otro. Aquí reside la esencia del mensaje celestial: el glorioso nombre de Jesucristo.
La Singularidad de Jesucristo: Hechos 4:12
El apóstol Pedro refuerza la centralidad de este nombre en Hechos 4:12 al afirmar que no existe otro nombre bajo el cielo por el cual la humanidad pueda alcanzar la salvación. Estas palabras subrayan la singularidad y el poder del nombre de Jesús. Mateo 1:19 respalda esta verdad, cuando el ángel del Señor revela a José que María dará a luz a un hijo y le pondrá por nombre Jesús, quien será el Salvador de su pueblo y de sus pecados.
El Nombre de Jesús y la Salvación: Hechos 2:38
El nombre de Jesús no es un mero título; es una expresión del amor y la redención divina. Hechos 2:38, el apóstol Pedro insta a las personas a arrepentirse y a ser bautizadas en el nombre de Jesucristo para obtener el perdón de sus pecados y recibir el don del Espíritu Santo. Este acto no solo simboliza un compromiso con la fe sino que también marca el inicio de una nueva vida bajo la influencia y guía del Espíritu Santo.
Reconociendo a Jesús como Señor: 1 Corintios 12:3
1 Corintios 12:3, el apóstol Pablo recalca que nadie puede llamar a Jesús su Señor sino por la influencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo otorga la comprensión y la certeza necesarias para reconocer a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Este acto es un elemento crucial de la fe Adventista.
Bendiciones para los Creyentes en el Nombre de Jesús: 1 Juan 5:13
Para quienes creen en el nombre de Jesús, las promesas son inmensurables. 1 Juan 5:13 afirma que quienes creen en el nombre del Hijo de Dios tienen vida eterna. Este nombre, directamente conferido por el Padre celestial, concede el privilegio de ser llamados hijos de Dios, el regalo del perdón de pecados y la recepción del Espíritu Santo.
Conclusión: El Camino de los Adventistas en la Fe
El mensaje celestial para los amados Adventistas se enfoca en la gloria del nombre de Jesucristo. Este nombre, otorgado directamente por Dios, es la senda hacia la redención, la vida eterna y la comunión con el Espíritu Santo. Es un recordatorio constante de que en Jesucristo, los Adventistas encuentran su esperanza, su redención y su fe inquebrantable. Que este mensaje celestial continúe guiando a todos los amados mesiánicos en su viaje de fe.